Antes
del odio
Beso soy, sombra
con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin
corazón,
de las cosas, del
aliento
sin sombra de la
creación.
Sed con agua en la
distancia,
pero sed alrededor.
Corazón en
una copa
donde me lo bebo
yo,
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto
odio
sólo por amor!
No es posible acariciarte
con las manos que
me dio
el fuego de más
deseo,
el ansia de más
ardor.
Varias alas, varios
vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan
las venas
y las muerden con
rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin
remirión.
Sólo por amor
odiado.
Sólo por amor.
Amor, tu bóveda
arriba
y yo abajo siempre,
amor,
sin otra luz que
estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí
encadenado,
escupido, sin calor,
a los pies de la
tieniebla
más súbita,
más feroz,
comiendó pan
y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo
sólo,
sólo por amor.
Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura,
aire,
decido espacio, sol,
hirizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi
alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi
cuerpo,
donde no se quedan,
no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.
Porque dentro de
la triste
guiernalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante, y a paredón,
y a precipicio en
acecho,
alto, alegre, libre
soy.
Alto, alegre, libre,
libre,
sólo por amor.
No, no hay cárcel
para el hombre.
No podrán
atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño
y exterior.
¿Quién
encierra una sonrisa?
¿Quién
amuralla una voz?
A lo lejos tú,
más sola
que la muerte, la
una y yo.
A lo lejos tú,
sintiendo
en tus brazos mi
prisión:
en tus brazos donde
late
la libertad de los
dos.
Libre soy. Siénteme
libre.
Sólo por amor.
Miguel
Hernandez
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