Bendito
sea Dios que inventó la cabra
-la
cabra que rifaba por los pueblos-
mucho
antes que Pablo Picasso,
con
barriga de cesto de mimbre
y
tetas como guantes de bronce.
Maldito
sea Dios porque inventó el estaño
parpadeante
del olivo,
ramas
y tronco de Laoconte,
y
aquella sombra trágica de catafalco y oro:
un
rayo congelado en la mano siniestra
y
en la diestra un crepúsculo.
Maldito
sea Dios porque inventó a mi padre
colgado
de una rama del olivo
poco
después de recogerse la aceituna.
No
puedo perdonárselo.
Pero
eso fue más tarde.
Antes
fueron los niños.
Bendito
sea Dios que inventó aquellos niños,
vestidos
como príncipes o pájaros.
Con
voces de corista, "Papá", decían a su padre.
Bendito
sea Dios por inventar una palabra
milagrosa,
jamás oída,
y
su padre correspondía
con
vaharadas de ternura.
Jose
Hierro
[a
la pagina principal de castellano]